Realización:
01-11-2025 09:00:00
Inicio Preinscripción:
01-10-2025 06:00:00
Fin Preinscripción:
01-11-2025 08:30:00
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales / Presencial
"Tercera Jornada de Debate sobre la Problemática de la Muerte en la Educación Formal". Organizada por la UNaM - Facultad de Humanidades y Cs Sociales - Extensión.
Fundamentos:
Señalamos que el Libro Tibetano de los Muertos presenta que los vivos provienen de los muertos, intuición socrática antes de experimentar la muerte. Provienen/nacen como instancias de nuevos aprendizajes. Partimos -alegóricamente- de esta proposición para poner a consideración que los vivos aprenden de (con) los muertos, de las prácticas y de los rituales en torno a ellos. En términos más experienciales, en la edición de Comper (s/d)-El viaje de todos los viajes: y Enseñanza al Hombre a Morir, El Libro del Arte de Morir- “quién no aprendió a morir, muere contra su voluntad (…) pues no aprenderá a vivir quien no aprendió a morir” (Wentz, 2010: 9).
Atendiendo a lo señalado en el párrafo anterior y adhiriendo a lo expuesto por Gascón, Selva & Rodríguez Herrero (2013) en relación a que la muerte tiene un gran valor formativo y la educación no puede desentenderse de ella debiendo considerarla en el curriculum de los sistemas educativos, es que emprendemos este desafío que esbozar algunas consideraciones en torno a lo que hemos denominado tahanatodidáctica.
Una propuesta formativa, que posee como contenidos la muerte y el morir debería partir necesariamente de una percepción relativista, holística y valorizadora de los saberes y conocimientos de los sujetos y las realidades socio históricas específicas. Por ello consideramos que la thanatodidáctica se nutre de las dimensiones histórica, política y teórica propias de la Didáctica trabajadas por Díaz Barriga (1991).
Este abordaje es histórico ya que los procesos de la muerte y el morir no pueden abstraerse del cronotopo. No en todos los tiempos y los espacios se muerte del mismo modo, tampoco la muerte significa de la misma forma en todas las sociedades y las culturas. Retomamos la noción de cronotopo de la teoría bajtiniana para resaltar la necesidad de percibir en la muerte y el morir los indicios del tiempo (el trascurso de la temporalidad): nos permitimos apreciar que el tiempo y el espacio condicionan/configuran la muerte y el morir, asimismo sus materialidades, mentalidades, re-presentaciones e imágenes, moldean determinados espacios y matizan los tiempos, los ciclos, las relaciones, etc.
Recurrir a la noción de cronotopo nos anima a reconocer la imposibilidad de fraccionar la temporalidad y a pensar cómo la constante relación de manifestaciones de diferentes espacios y tiempos genera nuevas alternativas de expresión: que no se pierden en lo que fueron (si “fueron” fuese posible), que no se detienen, sino que se proyectan hacia el futuro. El cronotopo condicionará los modos de accionar ante la muerte y el morir, además establecerá QUÉ se inscribe como muerto, qué implica el morir, cómo esquematizar los espacios, re-presentar la muerte: en planos de lo cognoscible y lo concebible como posible.
De esta forma, siguiendo los trabajos de Vovelle (1978, 1985), consideramos que la muerte no es acrónica, sino que es un hecho que debe ser trabajado dentro de “las grandes transformaciones seculares o pluriseculares” (Mateo, 1994). Pensamos junto a Vovelle, que la muerte debe ser estudiada teniendo en cuenta tres niveles interrelacionados: “la “muerte sufrida o cifras demográficas, la muerte vivida o toda la red de ritos y ceremonial que acompañan al fenómeno, y el “discurso sobre la muerte” (…) que varía según las épocas históricas” (en Mateo, 1994: 324). Resaltamos que los tres niveles identificados por el autor se encuentran íntimamente relacionados con los tiempos y espacios en los que se inscriben, con las transformaciones socio-culturales, con sus entramados de memoria.
Al mismo tiempo esta propuesta resulta una propuesta política, no escindida de la responsabilidad y de la acción ética en relación a los procesos formativos. Política porque se incluye dentro de un proyecto social inclusivo, no solo de temas vedados o tabú, sino también de formas de ver, percibir y comprender el mundo que frecuentemente se excluyen de las ofertas curriculares.
Deseamos clarificar que la muerte, como parte de la dimensión bio-fìsica del Homo Sapiens, posee sus múltiples traducciones en el orden la cultura, de la vida cotidiana, de las prácticas e imaginación religiosa de los pueblos. Forma parte de la cartografía de la vida, habiendo también, una cartografía funeraria. Ambas integradas, latentes y mestizadas.
Con fines descriptivos y propositivos abstraemos de esta totalidad holística lo que se ha llamado “cartografía funeraria” (Bondar, 2015), es decir al ordenamiento, trazado, configuración e imaginación en torno al Topos de los muertos entre los vivos. El trazado de las significaciones y lugares que los muertos, y la representación de la muerte. El lugar que ocupan los difuntos; los valores que se le asignan, las “rutas” que marcan y cómo señalizan e indican espacios, tiempos, apetencias, pertenencias. En otras palabras; la vida social humana incluye la vida social de los muertos, los procesos de muerte, la muerte del otro sobre la cual sí nos permitimos reflexionar, analizar, estudiar y conjeturar.
Esta cartografía funeraria no se encuentra solo en la imaginación socio-religiosa de las comunidades, sino además en la configuración del hábitat cotidiano; de la vida cotidiana de la gente. Es decir que la muerte habla de la vida, de los procesos socio-históricos, cosmogónicos, socio-políticos y resulta un condensado de cultura ya que los modos del morir son relativos al contexto, al credo, a la procedencia étnica, etc.
Desde allí que consideramos, como hemos señalado, que podemos aprender, y enseñar, partiendo de estas cartografías funerarias: una thanatodidáctica. Díaz Barriga (1991) refiere a la Didáctica como una disciplina de carácter teórico, histórico y político, así responde a concepciones sobre la educación, la sociedad, el sujeto, el saber y la ciencia. Sus propuestas son contextuales a momentos específicos y están dentro de un proyecto social (Díaz Barriga, 1991:23). En consecuencia queda claro cómo podemos combinar la diversidad de los procesos de muerte, la multiplicidad de cartografías funerarias, con los intereses específicos de los procesos de enseñanza y aprendizaje en lo que respecta al campo educativo formal.
Consideramos junto a Herrán Gascón, Cortina Selva y Rodríguez Herrero (2013) que la Educación para la Muerte (y desde la Muere) se puede desarrollar partiendo de la enseñanza, y que es formativo nutrir la enseñanza con la conciencia de muerte, proporcionando un andamiaje para digerir lo históricamente excluido de los programas de formación: la Muerte y el morir como grandes ausentes en los diseños curriculares de cualquiera de los niveles del sistema educativo formal.
De esta forma
La Educación para la Muerte no es intervención psicológica en desastres y catástrofes, no es atención en cuadros de estrés postraumático, ni se ocupa de lo que corresponde [a] una psicoterapia en casos de duelo no superado. Tampoco tiene que ver con la “enseñanza” basada en la creencia, la doctrina o los sistemas de identificaciones estructurados en torno a ismos. No es Psicología ni adoctrinamiento, sino nueva Pedagogía Aplicada. Es una apertura para la formación, que se apoya y construye desde la muerte como un ámbito de extraordinario potencial formativo. Es un camino para conectar la educación ordinaria con la Educación de la Conciencia, una rama de este árbol mayor. Desde ella se intentan dar pistas para replantear el sentido de lo que hacemos, tanto en la comunicación didáctica cotidiana como en los momentos en que debemos ayudar a asumir una muerte cercana. Proponemos debatir su viabilidad -como en su día ocurriera con la Educación para la Paz, con la Educación Sexual y para la Salud, con la Educación Vial, y el resto de los transversales consensuados- como proyecto didáctico emergente. Pero no sólo para ser reflexionado, planificado y desarrollado por unos pocos docentes innovadores, sino para generalizarse expresamente en los currícula oficiales, en todos los proyectos curriculares y en las aulas de todos los niveles educativos. Se pretende ofrecer conocimientos que ayuden a definir una propuesta educativa para este ámbito desatendido y estrechamente relacionado con la formación humana (Herrán Gascón, Cortina Selva y Rodríguez Herrero, 2013: 58)
Generar la conciencia de muerte lleva implícita la idea de comprender parte de la cartografía funeraria, es decir del lugar que ocupa la muerte y los muertos en nuestra sociedad. Aquí las instituciones educativas poseen una responsabilidad relevante y se debería dejar de negar este contenido e incluirlo re-elaborando la negación que parte del prejuicio de lo telúrico, de lo patológico, de lo macabro.
De esta forma una propuesta thanatodidáctica posee muchas sendas viables y posibles que habilitarían el trabajo de las problemáticas de la muerte y el morir, no solo como contenidos específicos, sino además como disparadores para el tratamiento de otros aspectos vinculares a la sociedad y la cultura.
Aquí las temáticas de los ritos, las prácticas funerarias, el suicidio, los cenotafios, cementerios, plazas, monumentos poseen gran potencial pedagógico y propositivo a la hora del diseño de estrategias de enseñanza y aprendizaje.
Por ejemplo, el 15 de agosto resulta una fecha muy especial para algunas familias y devotos de la región nordeste, (y otras en progresiva extensión); ya desde el 8 de agosto hasta el 16 y 17, Misiones, Corrientes, Charco y Formosa celebran al San la Muerte, al Santo de la Muerte. Parte de la imaginación religiosa regional a la que se le solicita, entre otras cosas, “una buena muerte”, “una muerte digna”; al punto que se sostiene que aquel que posee el Santo incrustado debajo de la piel no podrá morir hasta que se lo extirpe.
La celebración de la Muerte Santificada posee muchos puntos referenciales, íntimamente vinculados a las trasformaciones urbanas, socio-históricas y representativas de la región: familias que han migrado con su Muerte Santificada de un barrio a otro, de una provincia a otra, de un país a otro (atendiendo a las relaciones transfronterizas con Paraguay y Brasil). Otros que afirman que su santo esta tallado en un hueso de la costilla de un soldado muerto en la Guerra de la Triple Alianza: el mito temporalizado; un santo que deviene de un enfrentamiento bélico. Podemos hablar de las muertes de la guerra, de la guerra, de las dimensiones políticas, económicas, de los movimientos migratorios, de la densidad demográfica partiendo de una celebración muchas veces estigmatizada.
Del mismo modo los cementerios nos hablan de parte de la memoria de los pueblos. Claro es el ejemplo de los cementerio móviles, que han pasado por varias ubicaciones dejando a su paso tumbas abandonas, cuerpos sepultados, memorias de cómo se configuraban las relaciones con los muertos en otros tiempos. Configurando, junto al Santo señalado, parte de la cartografía funeraria. Lugares que hoy son instituciones, plazas o cruces de calles fueron en los inicios de la sociedad -de la zona bajo reflexión- lugares de la muerte, lugares usados para sepultar a los muertos. Resultando constituirse en un gran cenotafio.
Una premisa básica de la propuesta es poder llegar al trabajo sobre la sociedad, la cultura, la economía y la política partiendo de las problemáticas vinculadas a la muerte y el morir; sean estas producto de lo bélico, de los estados pasionales de fe, de las creencias, prácticas o formas que la gente tiene de relacionarse-ser-sentir y percibir el mundo.
Todos estos aspectos son trabajados en las instituciones educativas, pero siempre negando la presencia de los procesos de muerte, reforzando el tabú creyendo que este es un tema telúrico que no puede estar en la voz de los niños o en la mente de los adolescentes y jóvenes, que solo podemos tener contacto con la muerte cuando nos llegue la hora, o bien ante la muerte del otro.
Sin embargo nuestro caminar está plagado de lugares de muerte y del morir; no lo son acaso las Iglesias que poseen en sus altares a sacerdotes sepultados, los cenotafios, las cruces de los caminos, los monumentos en las plazas y los nombres de las calles que hablan del héroe fallecido. Más el universo de las creencias y las prácticas, los velorios, novenarios, las celebraciones del 1 y 2 de noviembre, altares domésticos, aparecidos, almas en pena; todos esto se encuentra incluido en una cartografía funeraria como base de contenidos y formas que deberían alimentar una propuesta thanatodidáctica.
Uno de los ejemplos que deseamos resaltar resulta el publicado en el “Álbum Escolar de Misiones 1816-1916” (en Bravo, 2002) donde se cita la reglamentación que debían cumplir las instituciones educativas el día dos de noviembre. Este ejemplo nos lleva a reflexionar sobre cómo, claramente, las problemática de la muerte no se encuentran escindidas de la escolaridad y de la responsabilidad política de las instituciones educativas. Partiendo de este ejemplo damos cuenta de la existencia de importante jurisprudencia sobre dispositivos que podrían ser retomados como punto de partida para la reflexión que proponemos.
2º En ese día las escuelas realizarán excursiones a los parajes, edificios, museos históricos y paseos donde se hayan levantado estatuas y monumentos a la memoria de esos servidores [muertos por la patria]. 3º También organizarán visitas a los cementerios de las respectivas ciudades, etc. Cubriendo de flores los monumentos de los servidores de la patria que allí descansan; procurando que en lo sucesivo se señalen las tumbas en lápidas o en chapas de bronce. Las cruces o cualquier otro signo que denote la presencia de sus monumentos serán adornadas con pequeñas insignias argentinas (…) 6º Las escuelas del Litoral, lo mismo que las ubicadas sobre el océano, excursionarán ese día hacia la orilla de los ríos o del mar, arrojando flores al agua
De la muerte, y desde la muerte se debería poder enseñar y aprender. No negar estos procesos. Si fuera mala o contaminante no existirían hasta la fecha vestidoras de la muerte adulta y de angelitos, lloronas, rezadoras o maestras de rezo; todas esas formas de la thanatología popular. La educación formal debe tomar de la pedagogía de la cultura, no solo algunos temas, sino además las estrategias de enseñanza y aprendizaje que han caracterizado al Homo Sapiens y han garantizado su supervivencia.
Entonces enseñar sobre (y desde) la muerte, los procesos de muerte, los modos de morir y el lugar de los muerte y los muertos en nuestra sociedad resulta inescindible de todos los Niveles del Sistema Educativo, no solo Inicial, Primario o Secundario, sino también en el Nivel Superior y con más relevancia en la formación de formadores quienes deben comprender que una currículaque niegue la muerte decae en la minimización mediocre que niega la posibilidad del desarrollo de una propuesta holística.
Consideramos que para enseñar sobre la muerte resulta relevante partir de cómo los procesos de la muerte se configuran, desarrollan y toman forma en nuestra sociedad y cultura, asimismo en otras sociedades y culturas.
La muerte y el morir deben ser vistas como parte de la vida, de la cultura, no como sobrenaturalidades cadavéricas que ocasionan horror, enferman y ocupan un lugar solamente en el cementerio.
Desglosar el calendario, la cartografía, las sensaciones, emociones, imaginarios y prácticas; percibir la relevancia y el acontecimiento no sólo en la muerte del otro; resulta un imposible si no hemos sido socializados en la posibilidad morir. Para ello se requiere promover una reflexión crítica que nos habilite a co-construir un sujeto emancipado que vea en los procesos de muerte y morir más que una danza macabra. Consideramos que al niño o al joven no se le puede privar del derecho de ver morir al ser amado, de estar en el lecho de muerte acompañando, de lo contrario una muerte nunca puede ser digna.
En lo que nos convoca, para que se pueda pensar en una propuesta integradora donde el hombre no es estratigráfico, sino un condensado de complejidades se requiere, por ejemplo, de un docente que lo comprenda, una propuesta que integre estos saberes, un docente apasionado, lleno de lívido, lejano de la pedagogía putrefacta, moribunda. Uno que propague un silencio de cementerios, pero no desde la premisa del silencio como resultante del autoritarismo, sino un silencio ocasionado por la pasión, la misma que despierta el héroe fallecido, el silencio que habita en la magistralidad, en lo sublime.
Es por ello que sostenemos que esta propuesta está fundada en términos de un respeto responsable, no solo al acontecimiento trascendente, sino a la memoria de los muertos y sus dolientes; a la compleja cartografía funeraria que habitamos –y nos habita- sin decaer en lo grotesco y lo telúrico, y atendiendo a que la experiencia de la muerte es intransferible, pero no incomprensible, debe ser atendida, comprendida, acompañada, estudiada y enseñada.
Objetivos:
Reflexionar sobre las problemáticas de la muerte y el morir en los diversos niveles del Sistema Educativo, puntualizando en la producción de textos escolares inter-niveles, atendiendo a la valorización colectiva y significación socio-comunitaria de la problemática; promoviendo el reconocimiento de estos elementos como constitutivos de la memoria/historia regional y propiciando la participación activa de la comunidad educativa en sentido amplio.
Temario:
Prácticas y tradiciones sobre la muerte en la diversidad étnica de la provincia. Problemática del suicidio en la escuela. Problemática del duelo en la escuela. Cultura y educación emocional. Formas de abordaje de la ausencia. Dimensión pedagógica de los cementerios y epitafios. Pedagogía existencial y emocional. Consumos problemáticos, riesgo de muerte y rol de las organizaciones educativas. Muerte, currículum y contendidos actitudinales, procedimentales y conceptuales. Secuencias didácticas y procesos formativos en pedagogía y didáctica de la muerte.
Información Importante:
Lugar: Posadas - Aula Magna- edificio central de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Sábado 1 de noviembre de 2025
09:00 a 12:00 horas
CUPO 300 CURSANTES
| Nómina | ||||
|---|---|---|---|---|
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| 37581185 | Zdanowicz | Daiana Yaneth | PreInscripto | 01OCT25 06:04 | 
| 29819626 | Oviedo | Alcides Alejandro | PreInscripto | 01OCT25 08:19 | 
| 25254363 | Martin | Myriam Karina | PreInscripto | 01OCT25 10:39 | 
| 30753062 | Zukowski | Mauro Leonardo | PreInscripto | 01OCT25 10:51 | 
| 36466884 | Ferreira Da Silva | Analia Micaela | PreInscripto | 01OCT25 10:53 | 
| 33160414 | Vargas | Alba Teodora | PreInscripto | 01OCT25 11:14 | 
| 27943991 | Fedorichak | Mirian | PreInscripto | 01OCT25 12:17 | 
| 36059660 | Holtbch | Franco Emanuel | PreInscripto | 01OCT25 13:27 | 
| 42288118 | Moreira | Adriana Veronica | PreInscripto | 01OCT25 13:32 | 
| 30520607 | Pontes | Ivone | PreInscripto | 01OCT25 14:13 |